Sanar en un espacio de contención y aceptación incondicional, es posible.

El mundo adolescente es contradictorio, es magia y tormento, emoción, fuerza, rebeldía,  sabiduría y aprendizaje, inestabilidad, amor, sueños. Ese equilibrio a veces se vuelve muy frágil por diversas condiciones personales y ambientales, y es necesario intervenir para ayudar a encauzar nuevamente las ramas que crecen en ese árbol que se abre a la vida.  Independiente si el o la joven llega con un diagnóstico previo, la psicoterapia parte de cero, sin centrarse en categorías médicas que pueden ser muy abrumadoras y desmotivantes. Se trabaja a partir de los recursos personales y no de las carencias.

El mundo del adulto, lleno de "deber ser", de cumplir expectativas familiares, con la pareja, los hijos, el trabajo, hay momentos en que la ansiedad, el miedo o la angustia se pueden instalar en el día a día, y sentimos que la vida nos sobrepasa. No tiene por qué ser así. Partimos desde el síntoma para llegar a las causas profundas de estas alertas que nos envía el cuerpo y que afectan de manera tan evidente nuestra vida cotidiana. Buscamos el alivio psicológico trabajando en aquellas emociones, circunstancias, creencias o modos de pensar que nos generan el miedo, la ansiedad, la depresión, para así ir promoviendo un cambio y un alivio consistente en el tiempo.

 La terapia EMDR es en la actualidad uno de los caminos más efectivos, científicamente comprobado, para tratar trastornos psicológicos relacionados con la exposición a experiencias traumáticas, y que en la mayoría de los casos se expresan en  una larga lista de sintomatología.

 La terapia EMDR ofrece un camino de alivio, ya que permite que la memoria dañada (lo que genera el trauma), se reprocese  y reconecte con la memoria sanas, disminuyendo progresivamente los síntomas.